EL ENIGMA DEL SOLRAYO: EL TIBURÓN QUE VINO DE LA ISLA DE MALPELO

Hasta el año 1998 se conocían ejemplares de un tiburón que nunca había sido observado vivo y sólo se tenía constancia de la existencia de este animal por las capturas de ejemplares muertos entre las redes de los grandes pesqueros. Ya fue catalogado a principios del siglo XIX con el nombre de “Odontapsis ferox” y clasificado en la familia de los “Odontaspididae”, perteneciente al orden de los “Lamniformes”. Obedecía al nombre inglés de “Smalltooth sand tiger” y en nuestra lengua se conocía como “solrayo” o “tiburón dientes de perro”. De cuerpo alargado y fusiforme, con hocico cónico y largo del que sobresalía una mandíbula repleta de varias filas de dientes puntiagudos, presentaba dos aletas dorsales (la primera mayor que la segunda y situada cerca de la inserción de las pectorales), ausencia de mebrana nictitante, pupilas redondas y negras, y con cinco pares de hendiduras branquiales. De coloración gris, su tamaño máximo rondaba los 3,60 m. A primera vista era muy fácil de confundir con el tiburón toro (“Carcharias taurus”).

Sin embargo, no fue hasta 1998 cuando la bióloga marina colombiana y directora de la Fundación Malpelo Sandra Bessudo observó por primera vez a este tiburón en aguas de la pequeña isla colombiana de Malpelo por debajo de los 40 m. El sorprendente descubrimiento hizo que, incluso en nuestra lengua, el escualo fuera rebautizado con el desafortunado nombre de “Monstruo de Malpelo”.

 

mapa

 

Tras el encuentro, la bióloga intentó saber más de esta especie prácticamente desconocida y empezó entonces a hacer repetidas inmersiones en busca del animal, confirmando, al poco tiempo, que esta especie de profundidad asciende regularmente a cotas de entre 50 y 60 m., siempre en grupo y frecuentando zonas de temperaturas suaves, aunque la razón de este comportamiento no pudo averiguarla. Se creía que habitaba a profundidades entre 400 y 1.000 m. y que, sólo las hembras, cada dos años, emergen a aguas costeras para alumbrar a sus crías.

Se pensó que la especie era endémica de la Isla Malpelo, donde se descubrió, y durante mucho tiempo no se avistaron ejemplares vivos en ninguna otra parte del mundo. Sin embargo, años después se empezaron a producir avistamientos de este tiburón en aguas del Líbano, en la Isla Europa (Canal de Mozambique) y, especialmente, en la Isla del Hierro en Canarias donde, desde 2006 ha sido observado en la Reserva Marina del Mar de las Calmas, reapareciendo cada verano. Aun así, la especie sigue siendo abundante en la isla de Malpelo y se cree que tiene el mayor número d ejemplares que conforman una población estacional.

 

2. 12816922Ff

Curiosa estrategia reproductiva. Lo que sí se conoce es que el solrayo tiene una estrategia reproductiva curiosa. Al contrario que la mayoría de peces, este tiburón produce muy poca descendencia, pero ésta es autónoma desde que nace. El solrayo es un animal ovovivíparo, es decir, sus crías nacen de un huevo pero éste se desarrolla y eclosiona en el vientre materno. Además, los embriones practican la adelfofagia o canibalismo intrauterino, lo cual significa que el mayor de la camada se alimenta de sus hermanos en las últimas fases del desarrollo. El ejemplar superviviente puede llegar a medir más de un metro tras el parto.

3. 373432_detail

ALBERTO QUEVEDO